Desde el año 2005 comenzó para mi esta aventura. Con 7 años entraba por primera vez a la que sería mi segunda casa hasta hoy. Me hacía muchísima ilusión empezar a bailar porque desde chiquitita lo había hecho e incluso en casa estaba todo el rato bailando.

Mis recuerdos de esa etapa son pocos ya que era bastante pequeña, pero hay algunos que me vienen a la cabeza, como el día que Maribel nos empezó a explicar cómo representaríamos El Cascanueces ese año, las normas y también a todas mis compañeras. Recuerdo la primera vez que bajé al vestuario, me puse las medias, el maillot y las zapatillas y subí corriendo a la clase de arriba, incluso aún me acuerdo de la posición en la que el fotógrafo nos hacía ponernos de una en una en cada festival.

Durante los primeros años en la escuela solo  practicaba ballet, Maribel era mi profesora pero más tarde llegó Ainhoa, todavía tengo su imagen sentada en el suelo y apuntando cosas en su cuaderno mientras Maribel nos daba la clase. Desde que era bien pequeña me tomaba las clases con responsabilidad e intentado cumplir todo lo que se me pedía aún sabiendo que mi cuerpo era difícil de modelar ya que flexibilidad tengo poca, pero lo único que quería era bailar y disfrutar de lo que estaba haciendo. Durante la semana esperaba siempre a que llegaran los días que me tocaba ir a ballet para ver a mis profesoras y mis compañeras y volver a disfrutar otra semana más.

Pasaban los años y me sentía parte de una familia que los que estábamos allí formamos, me pude examinar por ACADE y eso hacía mi día a día en la escuela más motivador y con un objetivo fijo.

Un día Maribel me propuso empezar en flamenco, yo la verdad que no estaba muy convencida pero…¿por qué no probar?. Comencé en flamenco y me enganché demasiado rápido, incluso en el instituto sin ser consciente empezaba a hacer la serie de pies que aprendíamos esa semana (aún me sigue pasando) y fue a más y más. Más tarde Laura, se incorporó a la familia, trayendo con ella la fuerza en el hip hop y las piernas más altas en clásico. Entonces acabé estando enganchada al ballet, al flamenco y al hip hop.

Ahora bailo muchas horas a la semana y esto me impide realizar otras cosas que me gustaría hacer como salir más con mis amigas y dedicarle un poco más de tiempo al estudio. A veces se hace difícil y renuncias a muchas cosas y oportunidades por ensayos,días de agujetas, lesiones que parecen que no se van a terminar o días en los que simplemente no te sale nada y entonces te empiezas a estresar… se que no todo el mundo comparte y entiende esto, pero de verdad que todo lo “malo” lo supera con creces lo que sientes al moverte y al bailar, lo que sientes cuando llega la recompensa y ese paso que no te salía comienza a verse limpio. También las sonrisas de todos los días o las caras de tus compañeras cuando te dicen que han aprobado el examen…

Bailo porque para mi es mi vía de escape donde puedo ser yo misma. Bailar para mi es más que un sentimiento, es demostrar que estás vivo y la fuerza que tienes dentro, es dejarte llevar. Bailar es un medio de comunicación que nos permite comunicarnos con la persona que nos está viendo bailar y yo me siento libre y feliz al hacerlo.

En todos estos años he aprendido que la danza más que lo físico es el cómo se vive y cómo lo sientes y disfrutas. Trabaja y lucha por lo que quieres, luego llega la recompensa.

Mi paso por la escuela ha sido increíble (y cada día más), no tengo ningún “pero”  para nadie ni para nada, solo tengo que dar las gracias a Maribel, Ainhoa y Laura por portarse como mamás con todas y tener tanta paciencia, demostrando lo que les gusta su trabajo y el esfuerzo y dedicación que le ponen.

Para terminar solo puedo decir:

QUÉ AFORTUNADA ME SIENTO DE PODER DECIR QUE YO BAILO.

Paula Moya Catalán